viernes, 27 de junio de 2014

El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16
 
 Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. 
 El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. 
 Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. 
 Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros. 
 La señal de que permanecemos en él y él permanece en nosotros, es que nos ha comunicado su Espíritu. Y nosotros hemos visto y atestiguamos que el Padre envió al Hijo como Salvador del mundo. 
 El que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios, y Dios permanece en él. 
 Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. 
 Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él.
 
Palabra de Dios.

stagduran
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