De Corazón a corazón: 1Sam 9,1-10,1 (Samuel unge a Saúl como rey); Mc 2,13-17 ("Vio a Leví… Sígueme… No he venido a llamar a justos, sino a pecadores")

Contemplación, vivencia, misión: Jesús llama con una declaración de amistad para convivir con él. Nos saca del polvo y del barro, para hacernos sus amigos. Sólo pide relación, sintonía, imitación, y él nos regala transformación como participación en su misma vida divina. La vocación tiene siempre como objetivo amarle y hacerle amar. Cuando uno se separa de esta perspectiva vocacional, puede terminar como Saúl o como Judas. Jesús llama a algunos a ser su expresión, participando de modo especial de su sacerdocio y mediación. Su "sígueme" resuena en los corazones que él ha escogido, como en Mateo el publicano o en Saulo el perseguidor. La iniciativa es suya, siempre como declaración de amor.

*En el día a día con la Madre de Jesús: El Señor fortalece nuestra debilidad para hacernos testigos de su misericordia. María cantó la misericordia de Dios para todos, experimentada en su propia "nada" (Lc 1,48.50).

*Alegría del Evangelio, renovación misionera: "Jesús es «el primero y el más grande evangelizador». En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu" (Evangelii Gaudium, n.12)