jueves, 9 de enero de 2014

El que cree en el Hijo de Dios tiene en su corazón el testimonio de Dios.

Lecturas del Sábado 11-1-2014

SANTORAL: San Higinio, Papa
 
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 5-13

 Queridos hermanos:
 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
 Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad. Son tres los que dan testimonio: el Espíritu, el agua y la sangre; y los tres están de acuerdo. 
 Si damos fe al testimonio de los hombres, con mayor razón tenemos que aceptar el testimonio de Dios. Y Dios ha dado testimonio de su Hijo. 
 El que cree en el Hijo de Dios tiene en su corazón el testimonio de Dios. El que no cree a Dios lo hace pasar por mentiroso, porque no cree en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. 
 Y el testimonio es este: Dios nos dio la Vida eterna, y esa Vida está en su Hijo. El que está unido al Hijo, tiene la Vida; el que no lo está, no tiene la Vida. 
 Les he escrito estas cosas, a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen la Vida eterna.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 147, 12-13. 14-15. 19-20 (R.: 12a)

R. íGlorifica al Señor, Jerusalén!

 íGlorifica al Señor, Jerusalén, 
 alaba a tu Dios, Sión! 
 El reforzó los cerrojos de tus puertas 
 y bendijo a tus hijos dentro de ti.  R.

 El asegura la paz en tus fronteras 
 y te sacia con lo mejor del trigo. 
 Envía su mensaje a la tierra, 
 su palabra corre velozmente.  R.

 Revela su palabra a Jacob, 
 sus preceptos y mandatos a Israel: 
 a ningún otro pueblo trató así 
 ni le dio a conocer sus mandamientos.  R.
 

 X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 5, 12-16

 Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme.» 
 Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» Y al instante la lepra desapareció. 
 El le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.» 
 Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.

Palabra del Señor.


stagduran
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