De Corazón a corazón: Rom 14,7-12 ("Si vivimos, para el Señor vivimos, si morimos, para el Señor morimos… somos del Señor"); Lc 15,1-10 ("Todos los publicanos y pecadores se acercaban a él para oírlo" parábolas de la oveja perdida y de la dracma: "alegraos conmigo")

Contemplación, vivencia, misión: Las parábolas de la misericordia casi parecen una autojustificación de Jesús, por el hecho de acoger a publicanos y pecadores. Pero es su razón de ser: "Jesús", Salvador de todos y de cada uno, especialmente de los más necesitados de su misericordia. La narración sobre la oveja y la dracma perdida reflejan, todavía hoy, los retazos y latidos del Corazón de Jesús. La gran tentación es querer justificarse haciendo que Dios condene a los que, según nosotros, se portan mal. Pero Dios Amor hace salir "su sol" con amor para cada uno sin excepción. Quizá hay más tinieblas en un corazón envidioso y autosuficiente que en una persona pecadora que intenta salir de su apuro.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La "misericordia" que canta María en el Magníficat ("de generación en generación"), es la ternura materna de Jesús en su seno. Sólo en sintonía con esta misericordia, haremos de nuestra vida mortal una página de su misma biografía inmortal: vivimos y morimos para el Señor, somos suyos.

AÑO DE LA FE: "Cuando estamos configurados con Jesús, recibimos ojos adecuados para verlo" (Lumen Fidei, n.31).