De Corazón a corazón: Sir (Eccli) 2,1-11 ("Hijo, si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba… Confíate a él"); Mc 9,30-37 ("El Hijo del hombre será entregado… resucitará… Si uno quiere ser el primero, sea el servidor de todos… El que reciba a un niño en mi nombre, a mí me recibid")

Contemplación, vivencia, misión: Jesús ha querido correr nuestros mismos riesgos, insertándose sin privilegios en una historia humana donde quien tiene el corazón divido suscita división y muerte. Pero la última palabra no la tiene la humillación ni la muerte, sino el mismo Jesús que muere amando y perdonando. En él, Dios se muestra compasivo y misericordioso con nosotros. Sólo conviviendo con Cristo es posible afrontar las pruebas de la vida amando. El mejor modo de garantizar la propia perseverancia consiste en ayudar a los demás hermanos, con la oración, la cercanía y la escucha, a sentirse amados y acompañados por Jesús. El secreto del éxito consiste en hacerse como niño, hacerse pequeño, saberse pobre y limitado, pero saberse amado y acompañado por él.

En el día a día con la Madre de Jesús (en el AÑO DE LA FE): "Pensemos en María que «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19.51). La acogida de las palabras y de la verdad de la fe para que se conviertan en vida, se realiza y crece bajo la acción del Espíritu Santo" (Papa Francisco 15 mayo 2013)