De Corazón a corazón: Lev 19,1-2.11-18 ("Sed santos, porque yo, vuestro Dios, soy santo… Amarás a tu prójimo como a ti mismo"); Mt 25,31-46 ("Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis")

Contemplación, vivencia, misión: Ser "santo" equivale a ser destello del amor de Dios. Su modo de amar es darse a sí mismo. Todo ha sido creado por amor, también los dones pasajeros que, al evaporarse, nos hacen sufrir. La única explicación posible sobre los hechos históricos dolorosos, es el rostro de Cristo que muere amando y perdonando. Cuando intentamos, con su ayuda, ser un destello de su amor, las cosas y los hechos recobran su verdadero sentido. Los "mandamientos" son el signo de que Dios se ha hecho mendigo de nuestro amor. La historia es un examen de amor sobre nuestra relación con los hermanos: "A mí me lo hicisteis". Si estamos "bautizados" en Cristo, es posible ser santos. Nuestra vocación es el amor.

*En el día a día con la Madre de Jesús: La atención caritativa de María a su prima Santa Isabel y a los esposos de Caná, fue en ella una preparación para vivir hasta el fin de la historia el encargo de Jesús: "He aquí a tu hijo" (Jn 19,26).

AÑO DE LA FE: "El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor ―«caritas Christi urget nos» (2Co 5,14)―, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo" (Benedicto XVI, Mensaje Cuaresma 2013). La herencia que nos deja el Papa es de "caridad en la verdad"…