FE, BÚSQUEDA, ABRIRSE AL AMOR, EL SEÑOR VIENE

"La Palabra se hizo carne" (Jn 1,14). "A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre" (Jn 1,12)

"En Jesús de Nazaret encontramos el rostro de Dios, que ha bajado de su Cielo para sumergirse en el mundo de los hombres, en nuestro mundo, y enseñar el "arte de vivir", el camino a la felicidad; para liberarnos del pecado y hacernos hijos de Dios (cf. Ef. 1,5; Rom. 8,14)" (Benediccto XVI, 28 noviembre 2012)

"Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14)" (PF 3)

"Convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1,15). "Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondió Simón Pedro: Tú eres el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,15-16)

"Cristo nuestra esperanza… Una fe sincera" (1Tim 1,1.5)

Examen sobre la fe: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste" (Mt 14,31; cfr. 6,30; 8,25; 16,8). "Aumenta nuestra fe" (Lc 17,5)

"La fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Hoy más que nunca evangelizar quiere decir dar testimonio de una vida nueva, trasformada por Dios, y así indicar el camino" (Benedicto XVI, Homilía al inicia el Año de la Fe, 18 octubre 2012)

"Creer no es algo extraño y lejano a nuestra vida, algo accesorio; al contrario, la fe en el Dios del amor, que se ha encarnado y ha muerto en la cruz por nuestra salvación, nos presenta de forma clara que sólo en el amor encuentra el hombre su plenitud… En el Credo está lo esencial de esa fe, no sólo desde un punto de vista intelectual, sino, sobre todo, vivencial, pues sobre esa base debemos fundar nuestra conducta, la vida moral, ya que la fe exige nuestra conversión, por encima de todo relativismo y subjetivismo" (Benedicto XVI, catequesis 17 octubre 2012)

"Cristo ha enviado a sus discípulos para que lleven a todos los pueblos este gozoso anuncio de salvación y de vida nueva… Dios es amor. El hombre que se olvida de Dios se queda sin esperanza y es incapaz de amar a su semejante. Por ello, es urgente testimoniar la presencia de Dios, para que cada uno la pueda experimentar… Quien comprenda esta necesidad, sólo podrá exclamar con Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1Co 9,16)" (Benedicto XVI, Mensaje JMJ 2013)