(Selección. Los epígrafes entre paréntesis son orientativos).

(Objetivo) Desde el comienzo de mi ministerio como Sucesor de Pedro, he recordado la exigencia de  redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo (n.2).

(Actualidad) Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14)… alimentarnos con la Palabra de Dios… y el Pan de la vida (n.3).

(Sínodo) La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe (n.4).

(Renovación) La renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó…  En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo… La «fe que actúa por el amor» (Gal 5, 6) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre (n.6).

(Vivir y comunicar la fe, urgidos por el amor) «Caritas Christi urget nos» (2Co 5, 14): es el amor de Cristo el que llena nuestros corazones y nos impulsa a evangelizar… También hoy es necesario un compromiso eclesial más convencido en favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe (n.7).

(Compromiso misionero) El compromiso misionero de los creyentes saca fuerza y vigor del descubrimiento cotidiano de su amor, que nunca puede faltar. La fe, en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y gozo. Nos hace fecundos, porque ensancha el corazón en la esperanza y permite dar un testimonio fecundo: en efecto, abre el corazón y la mente de los que escuchan para acoger la invitación del Señor a aceptar su Palabra para ser sus discípulos(n.7). (Resumen del Catecismo) Redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada (n.9).

(María modelo) Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38)… También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia (n.13).

(Fe y caridad) El Año de la fe será también una buena oportunidad para intensificar el testimonio de la caridad (n.14).

(Fruto: ser signo vivo de Cristo resucitado) Tratando de percibir los signos de los tiempos en la historia actual, nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo (n.15).

(Tiempo de gracia, con María) Confiemos a la Madre de Dios, proclamada «bienaventurada porque ha creído» (Lc 1, 45), este tiempo de gracia (n.15; cf n.13).

(Benedicto XVI, Homilía 11 octubre 2012, inicio del Año de la Fe) "Podemos representar este Año de la fe: como una peregrinación en los desiertos del mundo contemporáneo, llevando consigo solamente lo que es esencial… el evangelio y la fe de la Iglesia…  Le confiamos a María el Año de la fe, como lo hice hace una semana, peregrinando a Loreto. La Virgen María brille siempre como estrella en el camino de la nueva evangelización".